Gander, Terranova y Labrador, Canadá – El 11 de septiembre de 2001,
El 11 de septiembre de 2001 fue una fecha en donde el mundo se detuvo, los ojos de todo el planeta estaban fijados en lo que acontecía en los Estados Unidos de América, con horrorosos ataques terroristas que se llevaron miles de vidas. Ese mismo día el pueblo de Gander, en la remota provincia de Terranova y Labrador en Canadá, cumplió un rol fundamental y convertirse así en una especie de héroe en medio de una crisis feroz.
Transcurría una tranquila mañana de un día martes 11 de septiembre de 2001 en la ciudad de Nueva York, los chicos yendo a la escuela y la gente adulta rumbo a sus trabajos, con sus propios afanes del día a día. La bulliciosa ciudad neoyorquina se detuvo abruptamente ante el primer impacto de un avión en la torre norte del World Trade Center a las 8:46 am se trataba del vuelo 11 de American Airlines con un B767-223ER, el segundo impacto se dio en vivo y en directo ante los ojos de los televidentes de todo el mundo a las 9:03 am y se trataba del vuelo 175 de United otro B767-222 que se incrustó en la torre sur. El derrumbe de ambas torres se dieron entre las 9:59 am y 10:20 am. Otros dos secuestros de aviones se dieron, uno de ellos fue el vuelo 77 de American Airlines que fue realizado por un Boeing 757-223 que impactó contra el Pentágono y el otro fue el vuelo 93 de United con un B757-223 que se estrelló en Shanksville, Pensilvania.
Ante los evidentes ataques terroristas que sufría los Estados Unidos de América, los cuales fueron atribuidos a Al-Qaeda, la Federal Aviation Administration tomó una decisión sin precedentes: ordenó el cierre del espacio aéreo de Estados Unidos. Para muchos operadores, implicó hacer volver los aviones a sus aeropuertos de origen. Pero, ¿Qué pasaría con aquellos vuelos que ya habían superado el punto de no retorno? ¿Dónde irían, si el destino y sus alternativas razonables, estaban prohibidos?
Procedimiento SCATANA en Acción.
El procedimiento SCATANA (acrónimo de Security Control of Air Traffic and Air Navigation Aids) se puso en marcha. Creado en 1971 y revisado en 1976, el plan toma elementos del Federal Aviation Act (1958), del Communications Act (1934) y de dos órdenes ejecutivas, y los compila en una acción coordinada para cerrar el espacio aéreo sobre el territorio de Estados Unidos.
Sólo se había probado al inicio de la década de 1960, cuando a partir de los ejercicios Sky Shield se planificó la suspensión de vuelos comerciales. Pero ésta era otra instancia: había cientos de vuelos en el aire dentro del espacio aéreo, y otros cientos en ruta hacia USA. No era un ejercicio, no había tiempo de anunciarlo. En medio de la conmoción, Ben Sliney, Gerente de Operaciones de la FAA, emitió la orden: “Lo que no salió, no sale. Lo que salió, aterriza. Hasta nuevo aviso, está prohibido volar sobre el territorio nacional".
Canadá se pone en marcha.
Con 500 vuelos en ruta hacia Estados Unidos, la FAA se puso en contacto con su par Canadiense. NAV Canada (la autoridad aeronáutica) tenía protocolos similares durante la Guerra Fría, el enemigo era el mismo y ordenó rápidamente que todos los vuelos comerciales salientes se cancelaran. Y se empezó a preparar el plan para recibir los vuelos internacionales que tenían como destino USA y que no podrían completarlo. La idea era evitar los aeropuertos de las ciudades principales, ya que era difícil tener clara la magnitud del plan y no podía saberse si alguno de esos vuelos tenían chances de ser secuestrados. Descartados los aeropuertos de Ottawa, Toronto y Montreal, la costa Este Canadiense debería repartir los vuelos entrantes en aeródromos más pequeños, con menos activos estratégicos cerca. Pero también, con menores medios de infraestructura.
Esta situación no pudo ser evitada en el Oeste, donde el único aeropuerto con capacidad de manejar aviones Long-Haul era Vancouver International. Recibió 34 vuelos, con 8500 pasajeros a bordo, que debieron ser revisados y controlados exhaustivamente por personal de seguridad. En el caso de un 747 de Air China, fue escoltado por dos F-15 hasta la pista norte, ya que no había comunicaciones con la tripulación. Terminó siendo un inconveniente de radio, pero el miedo fue palpable.
Volviendo al Este, el aeropuerto de Gander empezó a recibir tráfico como nunca había visto, treinta y nueve (39) aviones en total, con 6.600 pasajeros y tripulaciones. En un pueblo de no más de 10.000 personas. Jean Chrétien, Primer Ministro Canadiense en ese momento, comentó que había más gente en el aeropuerto que en la ciudad. Lo mismo pasó en Halifax (47 vuelos), St John’s (21), Winnipeg, Calgary, Greater Moncton. En total, 35.000 pasajeros, de 238 vuelos.
Gente que no tenía idea donde estaba aterrizando, ni por qué: para evitar el pánico general, los pilotos no mencionaron abiertamente la razón del desvío. Una vez en tierra, se acercaron a sus pasajeros y les dijeron la verdad.
¿Por qué Gander?
Esta localidad cuenta con un aeropuerto muy equipado, ya que fue construido en el siglo XX por su ubicación geográfica y hasta los años 70 los aviones con menor autonomía paraban allí para repostar. Este aeropuerto puede recibir aviones de gran fuselaje.
El 11 de setiembre de 2001, recibieron 39 vuelos con aviones de fuselaje mediano y ancho con un total de 6.600 pasajeros, un tráfico de aeronaves y personas jamás antes vista en el aeropuerto ni en el pueblo.
¿Dónde hospedar a tanta gente en un pueblo pequeño?
La infraestructura de los aeropuertos y las ciudades pronto fue desbordada: pasajeros y tripulaciones durmiendo en los gimnasios y comiendo en los comedores de las escuelas, mientras había lugar. Luego, los residentes haciendo lugar en sus casas, preparando comida y sirviendo platos extras.
La pequeña ciudad, con una población de alrededor de 10,000 habitantes, se vio de repente frente a una situación sin precedentes. La respuesta de la comunidad local fue ejemplar: los residentes y las autoridades se unieron para proporcionar asistencia inmediata a los pasajeros varados, ofreciendo alimentos, refugio y apoyo emocional.
“Fue un acto de humanidad impresionante, La gente se ofreció como voluntaria para ayudar a los pasajeros, organizando comidas, encontrando alojamiento y asegurándose de que todos estuvieran bien cuidados” comentó el entonces alcalde de Gander.
La respuesta rápida y coordinada de la comunidad de Gander y los equipos del aeropuerto permitió que los pasajeros se sintieran atendidos y seguros durante su inesperada estadía. Muchas de las personas que pasaron por Gander ese día recuerdan con gratitud la calidez y la generosidad que experimentaron en un momento de gran incertidumbre. La historia de Gander en el 11 de septiembre ha sido ampliamente reconocida y celebrada, destacando el impacto positivo que puede tener una comunidad en tiempos de crisis. El aeropuerto y sus valientes residentes recibieron numerosos elogios y agradecimientos, y la historia de cómo Gander se convirtió en un refugio en medio de la tormenta, se ha convertido en un símbolo de solidaridad y humanidad.
EL REGRESO, LAS DESPEDIDAS Y LOS AGRADECIMIENTOS.
El 15 de septiembre se volvieron a abrir los cielos de Estados Unidos y los huéspedes (la gente del avión, según los llamaban los pobladores) fueron retornando a sus aeronaves para continuar su accidentado trayecto. En esos días se forjaron amistades, se generaron anécdotas inolvidables y surgieron vínculos de por vida. En pocas horas, tan rápido como habían llegado, los 6.600 turistas partieron nuevamente.
Un año después, miles de personas volvieron a Gander, a Halifax, a Goose Bay. Volvieron a brindarle un homenaje a las ciudades que les abrieron las puertas en un momento muy complicado.
Muchos reencuentros, algunos discursos, y varios regalos: partes de la estructura de las torres, como recuerdo perenne de lo que pasó. Como testimonio de la solidaridad de un pueblo pequeño, que un día recibió al mundo.
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